Corriente que favorecía la realización de obras de arte siguiendo estrictamente los lineamientos que por entonces dictaban las academias y escuelas de arte parisinas. En nuestro medio, no fueron muchos los artistas que lograron entrar en contacto con aquellos centros de estudio europeos. Entre ellos, sobresalían Ignacio Merino, Francisco Laso y Luis Montero.
En cambio, ya en 1855 empezamos a encontrar una ciudad moderna que comienza a tener sus primeras construcciones en granito (la penitenciaría, por ejemplo, que fue una de las mejores y más adelantadas de su época). Se construye también la plaza del mercado en los terrenos del convento de La Concepción -sobre la calle de Presa-, la que fue considerada, en su momento, mejor incluso a la de Nueva York, teniendo capacidad para alrededor de 1000 "vivanderos".
El matadero, que tantos pedidos ocasionara para que sea sacado fuera de las murallas, fue construido también en 1855 por D. Pedro Conroy, en las cercanías a la portada de Monserrate. Su administración estuvo a cargo de la municipalidad.
Entre los aspectos que colaboraron a cambiar los tiempos, el ferrocarril de Lima-Callao (el primero en América del Sur), fue sin duda uno de los más importantes, pues imprimió otra dinámica a los tradicionales medio de transporte. También colaboraron para la consolidación de estos nuevos tiempos las normas que facilitaron la inmigración extranjera, los esfuerzos a favor de la industria nacional -utilización de máquinas a vapor-, los ingresos extraordinarios recibidos por la venta del guano, la presencia de los primeros bancos y financieras, etc.
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